Es 24 de Diciembre, tienes al rededor de 10 años aproximadamente, es la cena de Noche Buena, se realiza el intercambio de regalos, y llega a ti un obsequio que se ve bastante prometedor, linda envoltura, buen tamaño, todo pinta un buen obsequio, llega a tus manos, lo pesas un poco y se siente un tanto ligero, pero aún así podría ser cualquiera de las cosas que habías pedido en tu lista de regalos, te piden que tengas calma, tú no te puedes contener la ganas de abrirlo, rasgas con rapidez el papel, encuentras una caja enfrente de ti, la sacudes y sigues sin imaginar que hay dentro, la abres con gran velocidad, y ¡oh sorpresa! encuentras un par de calcetines y una bufanda, sólo te queda sonreír con la sonrisa número 3 de tus sonrisas ya ensayadas de falsa gratitud, y no te queda más que decir gracias.
Ahora, analicemos lo que acaba de suceder, acabas de recibir un obsequio bastante funcional, algo que realmente vas a utilizar, algo que en verdad te va a servir, algo que en verdad necesitas, pero no es lo que quieres, tú quizá querías una Barbie, un carrito de carreras, o una pelota, no lo sé, algo que no necesitas, pero que quieres, pues a veces así somos en nuestras relaciones, así que por favor los invito a que no hagan a nadie sus calcetines, no finjan gratitud porque sean algo que les sirve y no algo que quieren, porque eso duele más.
